Estar enojado con uno mismo
Es como, en una guerra,
ver los cuerpos muertos en el campo de batalla.
Uno se siente apenado, solo y sin ganas de vivir.
Con ganas de romper un frasco de vidrio
y que el estallido de éste nos llene de ira y calma al mismo tiempo.
Es un estado de melancolía, de prisión.
En el que nos encontramos en un pozo sin salida.
La única que hay es la de ir para arriba.
La salida de reanimarse y de sentir nuestras mejillas calientes
al ruborizarse, al ver el amor de nuestras vidas enfrente nuestro.
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