sábado, 28 de septiembre de 2013

Sueños escritos





Julián era un chico un poco travieso y muy soñador. Siempre dibujaba en los bordes del cuaderno que llevaba al cole. El momento del día que más le gustaba era la noche, justo antes de ir a la cama. Era el momento en el que su papa le leía un cuento. Julián le pedía a su padre que le contara historias de guerreros como los vikingos, los romanos o los samuráis, le pedía que le cuente anécdotas de su infancia y muchas cosas más. Pero la magia de la lectura no se detenía cuando su papá, Mateo, cerraba el libro. Ése era solo el principio, era el empuje para toda una noche de sueños fantásticos en los que Julián siempre era el héroe que ganaba todas las batallas. Al día siguiente, en la escuela, él les contaba a sus amigos lo que recordaba de la historia, un poco mezclado con su sueño.



Pero todo eso un día cambió. Mateo le había contado una historia de un muchacho que vivía en el bosque solo con su perro. Un perro valiente, leal y sobre todo cariñoso. A Julián le había encantado la idea del perro porque el siempre quiso uno pero como vivía en un departamento chiquito no podían tenerlo. Al día siguiente despertó contento de haber soñado todo lo que haría con un perro como el de la historia y para su sorpresa se encontró al mismísimo perro en la entrada de su casa. Su mamá, Ana, estaba como loca y le decía a Mateo que había un perro que ladraba y rascaba la puerta, que ya le había dado un poco de comida y no se iba. Cuando el perro lo vio a Julián le saltó encima y le lengüeteo toda la cara. Él se divirtió con el perro antes de ir al colegio, cuando volvió, después de hacer la tarea y un ratito antes de la hora del cuento. Pero para su desilusión al día siguiente el perro no estaba más.


Julián estaba muy triste, sus compañeros trataron de alegrarlo preguntándole qué aventura nueva le había contado su papá y él les contó la historia del príncipe que tenía todo un castillo para él solo con muchas habitaciones con distintos juegos y una habitación con la comida más exquisita del reino. Ese día, en el colegio, se iba a anunciar el ganador un concurso. El cual consistía en la compra de una rifa con la posibilidad de ganar 5 juegos a elección y una x-box. Julián le había insistido al papa tanto que este le dio la plata para que comprara solo una rifa. ¿Quién iba a  saber que esa rifa iba a ser la ganadora? Julián estaba muy contento, su sonrisa casi se le salía de la cara. Para festejar le preguntó a su mamá si no podía invitar a sus mejores amigos y estrenar los juegos. Todos la pasaron genial, al menos una vez habían ganado todos y ya estaban cansados de comer todo lo que Ana les había preparado para comer.


 A la mañana siguiente, Julián quiso ir a jugar una partida rápida mientras desayunaba pero no encontró por ningún lado los juegos ni la x-box. ¿Les habían robado? No, si no faltaba nada excepto el premio. Julián estaba desolado, primero el perro y ahora esto. Sus papás le prometieron que iban a ver una película que él eligiera mientras cenaran. Él eligió una película que trataba de los desastres naturales que había en el mundo. Estaba genial, tenía unos efectos especiales que hacían todo tan real... Un par de veces tuvo algo de miedo pero se le pasó al rato. Al terminar de ver la película, Mateo le dijo que no le iba a leer esa noche porque estaba muy cansado. Julián se fue a dormir con un sentimiento raro. Eran muy pocas las noches que su papá no le leía. En el medio de sus sueños apareció una tormenta terrible, se podía ver algo similar a un tornado. Todo estaba inundado y destruido. Julián se despertó sobresaltado, miró por la ventana y vio que estaba lloviendo pero no tanto como en su sueño. Al rato pudo volver a dormir.

A la mañana siguiente sus papás se tuvieron que ir más temprano porque la tormenta había empeorado y tenían que llegar a sus trabajos en hora. Le habían dicho que faltara ese día al colegio por la tormenta y él estaba contento, pero a lo largo de la mañana la tormenta se fue transformando en la que él había soñado. Entonces él empezó a asustarse cada vez más. Estaba harto: si soñaba algo lindo al día siguiente se iba pero cuando soñaba algo feo sentía que no terminaba más. Cuando llego su papá, Julián decidió contarle lo que le pasaba.

Su padre le dijo: - Juli yo te leo cada noche para que destapes esa imaginación que tenés. De todos modos, vos tenés que saber y poder controlarla. Si me decís que esto es en serio, el único consejo que te puedo dar es que sueñes para los demás. No importa si dura un día. Pensá que es tu poder, usalo para bien. Escribí tus sueños, tus historias. No importa que se hagan realidad o no, o cuánto duren. Importa lo que está adentro, lo que no está explicito. Que todos esos sueños tienen algo tuyo.

Desde ese día Julián no le pidió al papá que le leyera un cuento para dormir, sino que cada noche antes de dormir era su momento de escritura. A la mañana siguiente, cada tanto ocurría algo que había soñado. Decidió escribir sus propias aventuras, alguna vez hizo algo de trampa al escribir que había pasado un examen sin haber estudiado, pero siempre pudo disfrutar de su imaginación y de la escritura.

Rebotando hasta el hogar.



En una escuela privada que tenía un montón de patios, un bufet con la mejor comida y un gimnasio enorme con las mejores cosas para trabajar en la clase de gimnasia, había un cesto que contenía a todas las pelotas que tenía la escuela.

En dicho cesto había pelotas de futbol, de rugby, de vóley, de tenis y de muchos deportes más, pero había una pelota de futbol que no se parecía en nada a las demás. A esta le faltaba color y brillo, estaba bastante sucia y un poco rota; es más, tenía una pequeña costura hecha con un hilo que no era del mismo color que el de la tela original, ahora gastada.


Cuando los alumnos iban a buscar las pelotas, esa siempre se quedaba sola al final del cesto y veía como todas las otras rebotaban y volaban de un lado para el otro en las canchas.
Un día, un chico que estaba muy enojado, pateó el cesto y éste se cayó. El chico tuvo que juntar el montón de pelotas y guardarlas en su lugar para que no lo retaran. Pero la pelota sucia fue olvidada y cuando pasó el profesor de gimnasia, decidió ponerla en la caja de donaciones que estaba en la entrada del colegio.


La pelota esperó un par de días en esa caja, donde conoció a muchos juguetes que tampoco estaban en el mejor estado. El día llegó y la caja comenzó a viajar, pero en el medio del viaje el camión tuvo que sortear un auto que frenó de la nada y la pelota salió volando junto a un par de juguetes. Los juguetes caídos fueron encontrados y devueltos a la caja, pero otra vez, la pelota fue olvidada.


Pasaron  muchos días, la gente pasaba poco por esa avenida, pero los pocos peatones que caminaban por ahí ni la vieron. Los autos avanzaban tan rápido que tampoco la veían, tirada al lado de un árbol.


Una tarde en la que lloviznaba, un chico que caminaba sin paraguas y con desgano, pasó por ahí y vio a la pelota, ahora brillante por el agua. La agarró y la llevó a su casa. Al llegar le contó entusiasmado a su madre que había encontrado una pelota abandonada en el piso mientras volvía a casa y que ahora él y sus amigos tenían con qué jugar al futbol.


Al rato paró de llover y, en una cancha más chica que las normales, deteriorada, llena de charcos y barro, se pusieron a jugar un par de partidos. Los chicos estaban re contentos, jugaron como nunca. Ahora la pelota, que por fin rebotaba y volaba de un lado para el otro, estaba en su hogar.



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viernes, 27 de septiembre de 2013

Perfectos como un limón.




La perfección en lo más simple y cotidiano me resulta hermosa. Que poca atención que le prestamos a esas cosas.

¿Alguna vez vieron lo simétricamente perfecto que es un limón por dentro? Nadie se toma un segundo para apreciar lo maravilloso que existe en la naturaleza.

Nosotros somos como los limones, perfectos pero olvidados. ¿Cuántas veces nos olvidamos de lo bueno que tenemos para dar? ¿Cuántas veces nos olvidamos que somos perfectamente capaces de hacer algo por los demás? Todos tenemos algo para dar, por eso tenemos que empezar a ver lo bueno en nosotros y recordar a los demás que también tienen algo bueno para dar.

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jueves, 26 de septiembre de 2013

To love and not be loved




I guess I'm a mess about love. I always seem to like boys that will never know I'm there, hurt nice boys that should be with somebody better than me, fall in love really easy and fast. And lately I feel attracted to boys unavailable or in love with somebody else.

So my question is. How something as beautiful as love can be so harmful?
It is said that passion will kill you. It hasn’t killed me but sometimes it has driven me insane. Is it too much to ask to love someone that will finally corresponds my feelings? Will I ever treat well and fall in love with one of those kind boys that I always hurt? Will I ever get over some crushes? Will I stop crying about some boy who is happy in a girl’s arms?

I really need to find somebody. Not to be my boyfriend. You know, sometimes you just need to meet someone and talk about everything and nothing at the same time. I want to start all over again. I want to change my past actions and correct my mistakes. I wish I wouldn’t have cried those tears and I wish I wouldn’t have hurt and lost those friends.

I believe I have loved in so many different ways but something remains in common it always was a one-sided love. I’m grateful to my heart. It has shown me that you can really like someone and not love him, you can love someone you just met and you can fall in love with a friend you've always seen as a friend and nothing more.

Finally for those broken hearted, full of love, sick of love, who are in a relationship or single. Everything will be fine. Never doubt that after the rain comes the rainbow

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lunes, 23 de septiembre de 2013

Obsesionada por conocerte.



Que complicado es estar cerca tuyo y no poder estar en tus brazos. Esa pequeña obsesión que tengo de vos me vuelve loca de vez en cuando. Algunas veces hacés y decís cosas que me molestan o me hieren, pero usualmente es genial estar con vos.
No tengo idea de porque me gusta tanto conocer a alguien. Creo que hablar con gente te abre la mente. Podés conocer distintas realidades y aprender mucho. Yo quiero aprender de vos. Quiero que me enseñes tu historia. Quiero saber que te hace bien para animarte cuando sepa que estas mal. Quiero que nos divirtamos juntos. Quiero bailar y reírme con vos porque aunque tengo ganas de tenerte, me puedo conformar con conocerte, con ser tu amiga, con solo pasarla bien.

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lunes, 16 de septiembre de 2013

ExpresARTE




Todos tenemos el derecho a expresarnos, pero expresarse no alude únicamente a escribir o decir lo que pensamos. Expresarnos  libremente es vestirse, maquillarse, moverse del modo en que queremos; es hablar con quien queramos, usar los colores que nos gustan. En la vida cotidiana esta expresión conlleva límites. No podemos expresarnos de cualquier manera en cualquier lugar. Sin embargo existe una forma de expresarnos sin límites. El arte es esa forma de expresión. 
El arte nos da tanto. ¿Cuántas veces escuchamos música porque nos sentimos mal, bien, enojados o solamente aburridos? ¿Cuántas veces nos pusimos a dibujar mientras estábamos una clase para pasar el tiempo?
Como dice Sábato en su novela La Resistencia, debemos tomar el arte como un refugio en donde todo está permitido. En donde, seamos realistas, las reglas están para romperse. En él todos podemos encontrar nuestro lugar. Ya sea la danza, la música, el dibujo, la poesía o con cosas más específicas de las anteriores; como el tango, el country, los dibujos abstractos o la poesía tradicional. Y, como último recurso podemos romper con las reglas de algún tipo de música, por ejemplo, y convertir lo que hagamos en algo vanguardista.
Por eso, no dejemos de expresarnos. No importa el modo en que lo hacemos, ni siquiera importa si lo hacemos bien. Lo que importa es que nunca dejemos de expresarnos.