Aún hoy lo recuerda. Los platos que habían elegido juntos yacían en el piso. El corazón le pesaba y le dolía como nunca había pensado posible. No podía creer cómo algo tan hermoso podía tener un final tan... tan horrible. ¿Cómo una relación tan prometedora podía terminarse en segundos?
Tantas promesas, regalos, sonrisas y recuerdos juntos que comienzan a llenarse con pena y rencor mientras se vuelven blanco y negro.
Lo que más iba a extrañar, por sobretodo, eran los "te quieros". El solía despertarla con uno, saludarla, sorprenderla, esperarla con uno. Los "te quieros" siempre estaban presentes, aún cuando no se decían, estaban de un modo implícito. ¡Como iba a extrañalos!, pensaba mientras jugaba con los dedos de sus pies sentada en su cama.
Esa noche había admitido su error. Sabía que él era perfecto pero por un capricho tonto había traicionado ese amor. Lloró toda la noche,también él pero muy lejos de ahí. Ella no pudo dejar de pensar en todo lo lindo que habían vivido juntos y en lo estúpido que fue dejar todo eso de lado.
A la madrugada la despertó un rayo de sol, quizás el primero de ese día, que se asomaba por su ventana. Decidió darse una ducha y llorar las últimas lágrimas que le quedaban. Luego debía ir a pedirle perdón. No quería ese perdón mágico en el que todo vuelve a estar bien sin importar todo lo que pasó. Quería quedar bien con el, "por los viejos tiempos", se argumentaba a ella misma. La verdad es que quería el perdón de él porque era más fácil de conseguir que el de ella misma. Ella quería de nuevo, aunque fuera por última vez, ese perdón con un te quiero. Ese era el "te quiero" mas inusual, el más puro, el que demostraba que ese amor podía contra todo. Quería una promesa de que iban a solucionar eso juntos, de que ese error iba a quedar como un bache en el camino visto por el espejo retrovisor. Ahora solo había que ver si ese amor era tan fuerte como para atravesar esto.
Tantas promesas, regalos, sonrisas y recuerdos juntos que comienzan a llenarse con pena y rencor mientras se vuelven blanco y negro.
Lo que más iba a extrañar, por sobretodo, eran los "te quieros". El solía despertarla con uno, saludarla, sorprenderla, esperarla con uno. Los "te quieros" siempre estaban presentes, aún cuando no se decían, estaban de un modo implícito. ¡Como iba a extrañalos!, pensaba mientras jugaba con los dedos de sus pies sentada en su cama.
Esa noche había admitido su error. Sabía que él era perfecto pero por un capricho tonto había traicionado ese amor. Lloró toda la noche,también él pero muy lejos de ahí. Ella no pudo dejar de pensar en todo lo lindo que habían vivido juntos y en lo estúpido que fue dejar todo eso de lado.
A la madrugada la despertó un rayo de sol, quizás el primero de ese día, que se asomaba por su ventana. Decidió darse una ducha y llorar las últimas lágrimas que le quedaban. Luego debía ir a pedirle perdón. No quería ese perdón mágico en el que todo vuelve a estar bien sin importar todo lo que pasó. Quería quedar bien con el, "por los viejos tiempos", se argumentaba a ella misma. La verdad es que quería el perdón de él porque era más fácil de conseguir que el de ella misma. Ella quería de nuevo, aunque fuera por última vez, ese perdón con un te quiero. Ese era el "te quiero" mas inusual, el más puro, el que demostraba que ese amor podía contra todo. Quería una promesa de que iban a solucionar eso juntos, de que ese error iba a quedar como un bache en el camino visto por el espejo retrovisor. Ahora solo había que ver si ese amor era tan fuerte como para atravesar esto.
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