sábado, 28 de septiembre de 2013

Rebotando hasta el hogar.



En una escuela privada que tenía un montón de patios, un bufet con la mejor comida y un gimnasio enorme con las mejores cosas para trabajar en la clase de gimnasia, había un cesto que contenía a todas las pelotas que tenía la escuela.

En dicho cesto había pelotas de futbol, de rugby, de vóley, de tenis y de muchos deportes más, pero había una pelota de futbol que no se parecía en nada a las demás. A esta le faltaba color y brillo, estaba bastante sucia y un poco rota; es más, tenía una pequeña costura hecha con un hilo que no era del mismo color que el de la tela original, ahora gastada.


Cuando los alumnos iban a buscar las pelotas, esa siempre se quedaba sola al final del cesto y veía como todas las otras rebotaban y volaban de un lado para el otro en las canchas.
Un día, un chico que estaba muy enojado, pateó el cesto y éste se cayó. El chico tuvo que juntar el montón de pelotas y guardarlas en su lugar para que no lo retaran. Pero la pelota sucia fue olvidada y cuando pasó el profesor de gimnasia, decidió ponerla en la caja de donaciones que estaba en la entrada del colegio.


La pelota esperó un par de días en esa caja, donde conoció a muchos juguetes que tampoco estaban en el mejor estado. El día llegó y la caja comenzó a viajar, pero en el medio del viaje el camión tuvo que sortear un auto que frenó de la nada y la pelota salió volando junto a un par de juguetes. Los juguetes caídos fueron encontrados y devueltos a la caja, pero otra vez, la pelota fue olvidada.


Pasaron  muchos días, la gente pasaba poco por esa avenida, pero los pocos peatones que caminaban por ahí ni la vieron. Los autos avanzaban tan rápido que tampoco la veían, tirada al lado de un árbol.


Una tarde en la que lloviznaba, un chico que caminaba sin paraguas y con desgano, pasó por ahí y vio a la pelota, ahora brillante por el agua. La agarró y la llevó a su casa. Al llegar le contó entusiasmado a su madre que había encontrado una pelota abandonada en el piso mientras volvía a casa y que ahora él y sus amigos tenían con qué jugar al futbol.


Al rato paró de llover y, en una cancha más chica que las normales, deteriorada, llena de charcos y barro, se pusieron a jugar un par de partidos. Los chicos estaban re contentos, jugaron como nunca. Ahora la pelota, que por fin rebotaba y volaba de un lado para el otro, estaba en su hogar.



http://us.123rf.com/400wm/400/400/ridermai/ridermai1204/ridermai120400027/13174628-una-pelota-de-futbol-vieja-izquierda-en-el-suelo.jpg


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